Esta noche al bajar la basura estaba en uno de esos estados de ánimo bajos de los que ultimamente abuso. Tiro en su respectivo contenedor los vidrios, los plásticos y los cartones. A cierta distancia, un grupo de chicos entonan sus coplas agitanadas.
Vuelvo hacia casa, se detiene un coche en la otra acera. El conductor que se parece a Kojak enciende el equipo de música. Me salva la noche ya que suena una canción que tenía enterrada en mis recuerdos. "El año del gato".
Vuelvo hacia casa, se detiene un coche en la otra acera. El conductor que se parece a Kojak enciende el equipo de música. Me salva la noche ya que suena una canción que tenía enterrada en mis recuerdos. "El año del gato".
¡Que grande!
2 comentarios:
El mismo día que escribiste esta entrada te leí y escuché la canción. Me sorprende no ver ningún comentario, yo tampoco comenté, creo que una vez más estábamos en sintonía, o quizás con prefijo, pero ya sabes los contextos. Ahora lo hago, mmm, veamos... ah, sí, porque darte un hop, un hip y un hurra y para decirte que tienes razón, hay estados en los que la música y sólo la música, pueden salvarte y hasta transportarte.
(Y por cambiar de tercio o quinto, te digo que si puedo esta noche te mando los guiones, vas a flipar y los comentarios, si los hubiere, me los mandas al correo que ya me los imagino).
Un bexooooooooooooooooooooo de gata
Ok. Miau Marramiaumiau.
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